La Pregunta
Debía mantener un semblante inescrutable. El tratante de antigüedades no podía conocer el alcance de mi interés en comprar aquel relicario. De saber la verdad intentaría venderlo por un precio inalcanzable. Luego de un moderado regateo adquirí el objeto. No podía creerlo. Ahora yo tenía en mis manos el relicario con un mechón de Santa Prisca. A mi regreso al monasterio el abad, olvidando la severidad de nuestros votos, me lo arrebató sin ninguna ceremonia. Lo colocó sobre una mesa y lo rompió con un martillo. Buscó entre el cabello y tras unos tensos segundos mostró triunfante un pequeño alfiler. Lo llevó de inmediato al microscopio electrónico que teníamos preparado. Mi orden llevaba siglos buscándole. En el residía la respuesta a una de las preguntas más importantes en la historia de la humanidad. Todos contuvimos el aliento. De pronto la pantalla del microscopio se llenó de ángeles. Los monjes más jóvenes apenas lograban reprimir el impulso de ponerse a bailar; los más ancianos lloraban en silencio. Ahora dejaríamos que la computadora hiciera su trabajo. Una duda inmemorial sería esclarecida. Muy pronto, nos dijimos, sabríamos cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler.
Kalton Harold Bruhl (Distrito Central, Honduras). I Concurso de Microrrelatos Bidtobid.